Diario Levante, 22 de marzo de 2007
Manuel Portolés.
Tomo prestada la primera parte de este título de los tebeos de Diego Valor y el capitán Portolés (1954, Edicolor SA), que batallaban en 2025 contra seres de otra galaxia, para referirme a la radiación electromagnética. Mientras que la segunda parte del mismo hace referencia a la progresión de esta herramienta de comunicación (telefonía móvil GSM, 900 y 1800 megahercios, 2G, desde 1995 entre nosotros, o la reciente UMTS, hasta 2450 megahercios, 3G), calificada como uno de los mayores experimentos globales del siglo.
Tomo prestada la primera parte de este título de los tebeos de Diego Valor y el capitán Portolés (1954, Edicolor SA), que batallaban en 2025 contra seres de otra galaxia, para referirme a la radiación electromagnética. Mientras que la segunda parte del mismo hace referencia a la progresión de esta herramienta de comunicación (telefonía móvil GSM, 900 y 1800 megahercios, 2G, desde 1995 entre nosotros, o la reciente UMTS, hasta 2450 megahercios, 3G), calificada como uno de los mayores experimentos globales del siglo.
Mostraré a continuación algunas evidencias científicas que justifican la aplicación del principio de precaución (concepto que respalda la adopción de medidas protectoras antes de contar con una prueba científica completa de un riesgo; acuerdo del Consejo de Europa de 2000) para el desarrollo especial de la telefonía móvil y de las conexiones inalámbricas en el planeta. Tesis que es contraria a la opinión oficial («tipo OMS») anclada reiteradamente en la inocuidad para los humanos de estas tecnologías que juguetean con la «onda herciana».
Para no abrumar, citaré una parte de la literatura reciente sobre las consecuencias biológicas de la radiación electromagnética. Y también analizaremos si vivir cercanos a las estaciones base de telefonía móvil es peligroso para la salud. Será por lo tanto un artículo pesimista que usted puede decidir acabar de leer en este punto.
Tumores cerebrales y móviles
En 2003, un estudio realizado en Suecia, por el grupo del profesor Hardell, con casi 2000 pacientes, ponía en evidencia el aumento de astrocitomas (un tipo de tumor cerebral maligno o canceroso, glioma) entre los usuarios de móviles. Un año más tarde, también en Suecia (cuna de la telefonía móvil) otro estudio publicado en Epidemiology, informaba del aumento del riesgo de padecer «neuromas acústicos» (tumor benigno no canceroso en el nervio acústico que va del cerebro al oído), casi cuatro veces más en el lado de la cabeza donde se coloca el artefacto; eso sí, entre usuarios con más de 10 años de experiencia electromagnética.
Comienza 2006 con el «informe» europeo Interphone que dice no encontrar diferencias significativas para tumores cerebrales entre usuarios de telefonía móvil. Y avanza el año con el trabajo del grupo de Schüz en Alemania que publican en American Journal of Epidemiology un aumento de gliomas entre usuarios de más de 10 años de telefonía móvil. De nuevo el grupo de Hardell publica ese mismo año en Archives Occupacional Enriromental Health un aumento de tumores del nervio acústico.
Por cierto, ya en la navidad de 2004, el informe oficial «Proyecto Reflex» demuestra que los campos electromagnéticos generados por la telefonía móvil rompen el ADN y producen aberraciones cromosómicas; la UE paralizó su financiación. Y antes, en 2001, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasifico a las radiaciones electromagnéticas de frecuencias extremadamente bajas como «posiblemente carcinógenos en humanos» (basándose en estudios epidemiológicos de leucemia infantil); comparten esta categoría entre otros, el estireno, el escape de motores de gasolina, o los humos de las soldaduras.
Estaciones bases y salud
Uno de los primeros estudios que tratan del estado de salud de vecinos de estaciones bases de telefonía móvil es del francés Roger Santini en 2001 (desgraciadamente fallecido en 2006). Su estudio indica que a menos de 100 metros aumenta la irritabilidad, la depresión, la pérdida de memoria, las dificultades de concentración y los vértigos; y a menos de 200 metros aumentan los dolores de cabeza, las alteraciones del sueño o la fatiga, entre otros síntomas.
Estudios del mismo autor en 2002 y 2003 confirman estos hallazgos, indicando además una mayor sensibilidad a la radiación electromagnética en las mujeres y personas de 65 años.
En 2003, un grupo de científicos valencianos relacionan, por primera vez en la literatura, estos problemas de salud de los vecinos de las antenas con la cantidad de radiación electromagnética que, sin pedir permiso, penetra en sus viviendas; la proximidad empeora su salud. En 2006, el grupo de Hutter confirma de nuevo todos estos resultados.
Respecto al cáncer aparecen en 2004 y 2005 dos «informes» uno en Israel y otro en Alemania que indican la posibilidad de padecer un tumor, casi 10 veces más, entre los vecinos de las antenas «repetidoras» que reciben en torno a 15 microwatios/cm2 todos los días. También en 2004 aparece en International Journal Cancer Prevention un estudio que demuestra un aumento del riesgo de cáncer, cinco veces más, entre vecinos que viven a 350 metros de una estación base.
Pero este tema no debería de ser desconocido en las cabezas pensantes que cohabitan los organismos internacionales encargados de custodiar la salud del planeta. Desde 1996 han sido varios los trabajos que relacionaban la radiación electromagnética, procedente de estaciones de radio-televisión, con aumento de leucemias y cánceres de vesícula, por ejemplo, además de alteraciones inmunológicas, en la memoria o trastornos musculares, entre los vecinos; todo esto ocurría en radios de 2 a 12 kilómetros del punto de emisión. Recientemente, el grupo de Michelozzi publicaba en American Journal of Epidemiology un aumento de los fallecimientos por leucemia en un radio de 6 kilómetros de la estación de Radio Vaticano en Roma. Amén.
Principio de precaución
Ante estos resultados, un botón del traje «evidencias científicas», diferentes países del continente han reducido la emisión de radiofrecuencias acogiéndose al principio de precaución; sirva como ejemplo, Italia, Luxemburgo o en Austria (Salzburgo), con densidades de potencia de 10, 5 y 0,1 microwatios/cm2, respectivamente.
En España, desde el gobierno de Aznar, se permiten 450 y 900 microwatios/cm2 para las frecuencias de 900 y 1800 megahercios. Por cierto, el gobierno socialista debe tener claro este tema, pues desde que en 2004 disolvió al comité de «expertos» popular no abre la boca y los vecinos se cabrean con la llegada a sus viviendas, en tropel, de las «ondas hercianas». Recomendable, para saber más, la visita a la web de AVAATE www.avaate.org o al «cuaderno de bitácora» de ACACEM (http://acacem.blogspot.com).
Roger Santini, en uno de los últimos email solicitaba la aplicación del principio de precaución para la radiación electromagnética, y por lo tanto una regulación de las emisiones de las antenas, además de indicar una serie de recomendaciones para la población si no se activaban estos mecanismos de protección de la salud. Estas son:
(1) evitar colocar estaciones bases a menos de 300 metros de lugares habitados;
(2) en ningún caso el lóbulo de la antena estará orientado hacia las viviendas, colegios, hospitales;
(3) en las inmediaciones de las antenas no deberemos estar expuestos a una densidad de potencia superior a 0,1 microwatios/cm2;
(4) la comunicación mediante teléfono móvil no debería sobrepasar los 3 minutos por llamada, con un máximo de 5 llamadas al día; y
(5) los jóvenes menores de 16 años no deben de utilizar el móvil, están en pleno desarrollo, exclusivamente en casos de urgencia, tal y como recomiendan estudios en Gran Bretaña y Rusia.
Valga este artículo como testimonio a Roger Santini, pionero en el estudio del «síndrome de las microondas» o enfermedad de las radiofrecuencias en Europa. Descanse en paz.
1 comentario:
Enhorabuena por tu blog amigo.
Quiero aportar algo interesante, es la información que se nos está pasando por alto.
Ciertos investigadores han alertado sobre que las antenas de supuesta telefonía móvil podrían estár colocadas no solo con el fin de dar cobertura a los telefónos sino por algún otro fin, como el soporte al proyecto HAARP estadounidense de modificación climática mediante el bombardeo electromágnético de la ionosfera terrestre o incluso la generación de energía orgónica negativa (que la ciencia oficial desconoce y no sabe medir, por lo tanto le es invisible) para beneficiar a la industria farmaceútica.
Humilde Humano
http://planetaesclavo.wordpress.com/
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